A. Martins
La combinación no podría ser más polémica: homosexualidad, televisión y sociedad cristiana. En Brasil, el tema no abandona las producciones televisivas, gana audiencia y adquiere nuevos matices como el que se observa en la telenovela Amor à vida. En la obra de Rede Globo, el protagonista es un villano homosexual que tiene una relación heterosexual para mantener las apariencias. Nada más humano y normalizador.
En la misma telenovela, un récord de presencias homosexuales en la narrativa, por lo menos tres, incluyendo una pareja de hombres que quiere adoptar un hijo. Sin embargo, no podemos olvidar la eterna dificultad de traducir identidad gay en ficción y programas de humor, que muchas veces no logran promover la inclusión o la diversidad sino el prejuicio. Especialmente los que reproducen caricaturas basadas en la futilidad, sean vinculadas a la homosexualidad o al lesbianismo.
El ejemplo con las telenovelas de la emisora Globo perpetúa un nuevo modelo de presentación del tema, equilibrando recato y osadía, pero sobre todo, abordando la orientación sexual minoritaria que los cristianos suelen condenar.
Los besos gay siguen prohibidos por la emisora pero nadie puede negar que esto es a penas un detalle en comparación con la revolución gay que la audiencia televisiva asiste en Brasil. La homosexualidad ya tiene voz. Pero todavía faltan oídos más tolerantes para escucharla.