Los medios de comunicación hablan estos días profusamente de heteronormatividad de la boca de Krzysztof Charamsa, el obispo polaco de 43 años exoficial de la Congregación para la Doctrina. Su declaración de homosexualidad y la presentación de su pareja han escenificado su reflexión alrededor del modelo de familia que propone para la Iglesia. En declaraciones a Catalunya Ràdio, monseñor Charamsa ha afirmado que su acto representa una esperanza para la Iglesia contra la discriminación.

Como doctrinario de la fe, que él hable de la jerarquía patriarcal de la Iglesia como un sistema de autoprotección y de perpetuación de poder dice mucho de las tensiones que genera mantener la Iglesia Católica ajena a las nuevas realidades sociales. Para él, esta muestra estar contra el amor y la familia con la negación de este tipo de relaciones. La declaración de Charamsa enfrenta al Papa Francisco y a la Iglesia Católica y pone en evidencia una realidad que sigue dentro del armario entre la comunidad religiosa.

Como homosexual él ya pagaría un precio alto en la sociedad. Como sacerdote, el precio que ha pagado es la expulsión de la Santa Sede. Tras su expulsión, el sacerdote Charamsa, “liberado y en paz”, según afirma, reabre el debate que el Vaticano, pese a la tolerancia del Papa Francisco Bergoglio, se resiste a reflexionar.

Es posible que el nombre de Charamsa deje de aparecer en los medios pero la familia no heteronormativa continuará empujando a la información y a la ficción a mostrarla.